Acerca de Montañita, en Santa Elena, Ecuador, le habrán contado que tiene playas para practicar el surf, que durante el día en las cercanías de su malecón el movimiento es intenso entre turistas y residentes nacionales y extranjeros; que van y vienen entre bares, restaurantes, tiendas de ropa, puestos de artesanías y hoteles.
Seguro le contaron que por la noche la algarabía en las calles se siente con el retumbar de los parlantes dentro de las discotecas y con los propios músicos callejeros que, van de local en local o simplemente en las aceras, entonando los más variados instrumentos en una invitación a la danza o con canciones bohemias. También, que aquí las libertades se toman según se las mire, y que es un sitio conocido para la diversión hasta el amanecer, compartiendo lo que usted permita… conociendo o no a la pareja de farra. Que aquí la juventud reina y con esta su diversidad cultural a escala mundial.
Ahora queremos contarle sobre Montañita entre el término de la tarde y el comienzo de la noche, en esa playa donde la arena busca estar inmóvil a la espera de un beso de mar que durará el tiempo que las olas quieran.
Ahí, cuando en el horizonte empieza a oscurecer, en la playa se viven diversas emociones, que bien podrían estar en una pintura de colores rojizos y siluetas de tamaños distintos. Si quiere ser parte del cuadro, cuando venga a Montañita permítase vivir intensamente en la orilla de ese gran océano.
En ese justo momento cuando el sol emprende su retirada y se muestra indeciso entre echarse un clavado en las frescas aguas o esconderse lentamente, guardándose para su mañana siguiente.
Allí uno toma la decisión… si jugar con las sombras haciendo malabares o correr sintiendo los caracoles en los pies, brindar una serenata, recordar entre novios esa hazaña en la tabla, brindar por la jornada terminada, jugar con el balón o simplemente observar como cae el sol.
PARA SABER