Cuando a Maritza Yumbla sus padres le ofrecieron un mejor futuro fuera del Ecuador no le mintieron. De la mano de su familia migrante, ella se ha convertido en una empresaria ejemplar, con glamour y exitosa que ha forjado su camino entre el entretenimiento, la diversión y el turismo, dentro y fuera del país.
Nació en Sigsig, hace 59 años, dentro de una familia sencilla, que vivieron lejos del glamour y de los reflectores. Cuando tenía ocho años sus padres migraron a Toronto-Canadá. Ella, con sus siete hermanos (seis mujeres y un varón), quedaron al cuidado de los abuelos paternos. Tres años después regresaron para llevarlos con ellos.
De su infancia en Sígsig recuerda con nostalgia el amor puro de los abuelos, los cuidados y los pintorescos paisajes rurales. La tristeza por la ausencia de sus padres y su deseo de querer cruzar las montañas andinas que rodeaban su casa porque creía que al otro lado estaban ellos.
Entre sus sueños de adolescente estaba hacerse religiosa, porque pensaba en esa paz que transmiten las monjitas. Pero en Toronto estudió una carrera vinculada con la computación, que no fue lo suyo. Para ese entonces la familia de Maritza ya se había vinculado a los bares y restaurantes, y sintió que por ahí estaba su camino.
Sus inicios en los negocios
En su vida como adulta Maritza Yumbla se convirtió en una mujer trabajadora, talentosa y dispuesta a luchar por sus sueños. Empezó con actividades sencillas, en principio en peluquerías. Más tarde se abrió paso a apoyar al talento artístico latino, a los artesanos ecuatorianos y al negocio de bienes raíces. Atractiva, carismática, extrovertida, comunicativa y bañada de glamour.
En ese camino conoció a la comunidad de gay. En 1992, cuando la homosexualidad era un tabú y los contagios de VIH habían aumentado, abrió El Convento Rico, un centro nocturno para que esta población tenga su espacio de encuentro y diversión. Lo consiguió pese a los obstáculos que enfrentó y gracias a su determinación.
La discriminación a los gays, a las personas con piercing y tatuajes era fuerte en aquella época, y por eso me dediqué a ellos, comenta. “Mis padres me inculcaron respeto a todos, por igual. Quiero más al humilde y a la persona que lucha por sus derechos, porque valora mejor las cosas”, dice.
Hasta antes de la pandemia llegó a tener tres bares nocturnos. Pero por la crisis mundial cerró dos. Necesitaba USD 32.000 mensuales para sostenerlos. Ahora al frente de El Convento Rico está su único hijo, Antonio, pero la mayor parte del tiempo le apoya la madre..
Cómo nació Itza
Los viajes por 35 países del mundo y hospedaje por más de 100 hoteles animó a Maritza Yumbla a invertir en turismo. Su sueño era abrir un hotel boutique en Buenos Aires (Argentina) o Río de Janeiro (Brasil) porque van con la moda y el glamour. Pero su hijo, que para ese entonces era adolescente, le dijo que no quería dejar Canadá y que tampoco hablaba portugués.
Fue en el 2015 cuando Maritza se decidió por Cuenca. El 1 noviembre, ella había traído al regetonero Maluma para un concierto por las fiestas de independencia. Al terminar el espectáculo nocturno y mientras subían al hotel con su equipo de trabajo, en la esquina de las calles Benigno Malo y Gran Colombia, se percató de una edificación deshabitada y en venta.
Al siguiente día regresó para saber el precio y sin regatear un centavo dijo que la compraría. Su valor fue de USD 1'250.000. “La casona era grande y hermosa, en el Centro Histórico patrimonial, y me parecía económica”. En principio pensó en convertirla en un centro estético.
Pero sus asesores le sugirieron que le apueste por un hotel boutique, como lo que siempre soñó: pequeño, con glamour y a la moda. Con su experiencia como empresaria y turista, no lo dudó y en el 2016 empezó el proyecto de restauración de la casona que data de 1927. Por la pandemia se frenó el trabajo y la instalación de los elementos decorativos que fueron importados de otros países.
Itza, que viene de nombre Maritza, abrió al público en marzo del 2022. Es una construcción de estilo ecléctica y de arquitectura neoclásica. Cuando camina por los corredores su glamour se complementa con las exquisitas decoraciones: cielos rasos de latón repujado, pinturas murales, pasamanos de hierro forjado, muebles aterciopelados, lámparas colgantes… En cada espacio está el sello de su pasión por lo hermoso.
Ella prefiere no hablar de la inversión total que hizo para lograr esta singular belleza arquitectónica. Allí está reflejado en trabajo de Carlos Lopes, un diseñador portugués que trabaja con Maritza por más de 30 años. También arquitectos, diseñadores y restauradores ecuatorianos. Tiene 15 habitaciones y su suite personal. Un restaurante, un lounge y un rooftop 360 con una vista espectacular del centro patrimonial de Cuenca.
Ella se describe como una mujer de carácter fuerte, pero eso no se refleja ni cuando alguno de sus empleados falla en algo. “Es amable, respetuosa, carismática, con glamour y bromista con todos”, dice Luis Felipe Moscoso, gerente de ventas y mercadeo. En los meses que pasa en Cuenca, que por lo general son tres, los empleados se turnan de forma voluntaria para salir con ella trotar. Eso les da más cercanía.
Maritza cuenta que dentro de su experiencia laboral aprendió que para que una empresa salga adelante es imperativo el trabajo en equipo y la confianza. “Esa es mi filosofía, me considero la coach del grupo que hace Itza y estoy orgullosa del trabajo de cada uno”.