Síganos en esta escapada maravillosa, de aventura inesperada, hacia la isla Costa Rica, en el Archipiélago de Jambelí, donde el tiempo se detiene y la mente se renueva. La playa, el sol y la arena les espera para vivir momentos inolvidables y de tranquilidad. Con un retiro a este islote usted se revitalizará por completo. ¡Porque un viaje a una isla a nadie le hace mal!.
Partimos en vehículo desde Santa Rosa, provincia de El Oro, con dirección a Puerto Hualtaco, cantón Huaquillas, cerca de la frontera con Perú. Es una pintoresca ensenada con atracaderos de botes que salpican la línea costera, ofreciendo un espectáculo de colores y movimiento. Hay pescadores, senderos, manglares, miradores, restaurantes y alto movimiento.
Pero sobre Hualtaco les contaremos en otro viaje turístico, por ahora nuestro destino es Costa Rica. Nos embarcamos en un bote, de esos que zarpan cada 30 minutos, como cualquier servicio de transporte. Llevan turistas y habitantes que viven en una de las 18 islas, entre mayores y menores, que están dentro del Archipiélago de Jambelí, en Santa Rosa, provincia de El Oro
Navegamos 8,6 kilómetros, alrededor de unos 50 minutos, sintiendo la suave brisa marina. Observando el mar, que como un gigante sereno y con su suave movimiento de las olas, parecen bailar con gracia sobre la superficie. Los extensos manglares y el revoleteo de las aves en el entorno sincronizan con el ritmo de la naturaleza. Casi siempre el sol y el calor son fuertes.
Un letrero da la bienvenida a Costa Rica. Descendemos, porque la embarcación sigue su viaje a otra isla vecina. A primera vista se nota que la tradición pesquera se encuentra con la aventura. La vida en el mar y la hospitalidad de su gente se fusionan para vivir una experiencia inolvidable.
Es un auténtico pueblo de pescadores donde su gente vive arraigada a sus tradiciones y a la vida marina. Lo evidencian los coloridos botes, las redes extendidas al sol, los letreros de conchales en los manglares, las hamacas debajo de árboles y el bullicio de los pescadores mientras intercambian las capturas del día.
Estos abundantes manglares se extienden hasta la orilla donde las olas besan la brillante y caliente arena marcada por los rayos perpendiculares del sol. En estos árboles marinos habita la cocha negra y la pata de mula; jaibas y cangrejos de diferentes especies. De la captura y la venta diaria de los moluscos y pescado viven las familias de la apacible isla Costa Rica.
Es normal ver a los cocheros muy concentrados trabajando en el fango. Con paciencia y admirable destreza navegan entre las intrincadas raíces gruesas de los árboles sumergidos, buscando los valiosos tesoros que yacen entre la vegetación acuática. Armados con herramientas tradicionales exploran cada rincón de estos manglares en busca de las conchas y cangrejos. Principio del formulario
Las pintorescas casas que adornan la isla transportan a un mundo donde el tiempo se desvanece y las tradiciones perduran, como la elaboración de las redes de pesca. En los portales de las viviendas se ve a los pescadores entrelazar con paciencia cada hilo, para obtener esta herramienta indispensable para la captura del día. La ausencia total de carros permite que la naturaleza se exprese en todo su esplendor, regalando a sus habitantes y visitantes una paz inigualable.
Con esto el visitante se desconecta y se deja cautivar por el entorno y la aventura. Una caminata pausada por el filo de la extensa playa trae una sensación de calma, como si el océano estuviera susurrando secretos ancestrales al viento. Cada espacio es un refugio de paz y relajación.
El murmullo de las olas acaricia la orilla creando una melodía hipnótica que invita a la contemplación, a sumergirse en sus aguas para disfrutar de un refrescante baño o dejarse acariciar por los rayos del sol mientras se broncea. Esta tranquilidad podría ser interrumpida al ver a los pesadores en sus tareas diarias, atrapando peces con anzuelo, al filo del muelle.
El disfrute ha sido total y nos preparamos para el regreso. Al final del día, para el retorno hacia Puerto Hualtaco, otra vez la brisa salada acaricia los rostros mientras el bote acelera por las aguas cristalinas del Pacífico. Disfrutamos de una puesta de sol inolvidable y de la increíble diversidad de vida marina que se observa desde que se parte del muelle de Costa Rica.
Peces de colores nadan con gracia y aves como el Martín pescador, nos hace vivir su espectáculo. Este hábil cazador y maestro de la pesca sobrevuela paciente observando con atención el movimiento bajo la superficie. Con un vuelo rápido y preciso se lanza hacia el agua, sumergiéndose en un instante para atrapar a su presa con su afilado pico.
El sol baja un poco la intensidad y la temperatura (28 grados). El cielo se enciende con tonos naranja y rosa mientras el astro rey se hunde lentamente en el horizonte, pintando cuadros dignos de admirar. Así dejamos Costa Rica, este oasis de calma con la seguridad de que lo vivido perdurará en nuestro corazón para siempre. #AquiEmpiezaLaAventura
PARA SABER
Especies: Costa Rica alberga una variedad de avifauna marina como las garzas, cangrejeras, gallineta, gaviotas, pelícanos, huaco y manglero, que posan en tierra firme o en los árboles de mangles, palmeras, canavalia, muyuyo.
Comida: Hay cabañas para hospedaje y restaurantes que ofrecen las delicias frescas preparadas con los productos del mar como ceviches, arroz marinero, corvina asada y más; bebidas refrescantes.
Qué llevar: La mochila llena de entusiasmo, protector solar, gorra o sombrero, ropa ligera, bastante agua y cámara fotográfica, para capturar cada momento de esta fascinante aventura.
Tamaño: El islote de Costa Rica tiene 519 hectáreas y hay canales que atraviesan perpendicularmente la isla. La temperatura oscila entre 20 y 28 grados centígrados.
Costos: El viaje en bote desde Hualtaco hasta la Isla de Costa Rica cuesta USD 2,50 por persona, si va a una isla más distante cuesta un poco más. Hay platos típicos desde USD 5, como un ceviche mixto.