Descubra a una Cuenca diferente, más allá de su vibrante ciudad. Las parroquias Sinincay, Chiquintad y Checa forman parte de la primera ruta rural que se complementan, como notas en una melodía, por sus paisajes idílicos, tradiciones arraigadas y hospitalidad. Cada territorio, con su singular encanto, se convierte en un pétalo único en el jardín del turismo rural. Sume a su lista de prioridades por visitar y viva una experiencia memorable.
Sinincay, Chiquintad y Checa están ubicadas al este de Cuenca, a menos de 15 minutos de la ciudad. Acá el tiempo se mueve al ritmo de la naturaleza y los horizontes están marcados por campos ondeantes, rincones ocultos, cielos infinitos, iglesias centenarias y talleres artesanales que inspiran a aventurarse en caminatas y expediciones únicas
Empezamos por Sinincay, donde el arte y las artesanías son diversas y florecen como expresión viva del patrimonio cuencano. Entre las calles angostas del centro parroquial se alza la imponente iglesia. El frontis de gruesos muros de mármol, cúpulas y torres, tiene similitud con una parte de la fachada de la Catedral de Cuenca. Fue construida entre 1909 y 1936, y guarda secretos de siglos pasados.
En cada rincón se percibe la habilidad artística y la tradición. Desde los ladrilleros que moldean con destreza cada pieza, hasta las mujeres que entrelazan las delgadas fibras naturales para crear los sombreros de paja toquilla. También están las mujeres, que con maestría, tejen a crochet; los carpinteros que crean hermosos adornos y piezas utilitarias para el hogar; y los talladores de mármol.
César Polivio Sinchi es uno de los artesanos que se abrió al turismo. Desde niño esculpe esta piedra. Ahora tiene 76 años y como prueba de su oficio, su taller guarda una diversidad de piezas como vírgenes, ángeles, cholas, animales y más, que asombran. Sinchi es el creador de la imagen de Santa Ana, matrona de Cuenca, que sobresale en una de las paredes laterales de la calle del mismo nombre, junto a la Catedral.
Muy cerca está el taller de Galo Maza, creador de monigotes. Los muñecos de distintas formas, personajes y tamaños cobran vida con materiales reutilizados, un eco de la sostenibilidad y la imaginación local. Cada artesano aporta a este pintoresco paisaje cultural vibrante y lleno de historia.
Seguimos hacia los huertos que pintan el entorno de verde. Las granjas familiares y los prados, llevan a descubrir la autenticidad de la vida en el campo. Es admirable observar cómo 26 emprendedores de la Asociación Unidos por un Progreso se entregan al cultivo de hortalizas, frutas, plantas ornamentales y el cuidado de animales menores. En ellas se siente la calidez y el amor por la naturaleza.
Pero si amas la aventura la opción es la cascada de San Antonio, A este torrente se llega tras caminar cinco minutos desde la carretera principal, por un sendero definido con materiales del entorno y está como escondido en un encañonado de exuberante vegetación. Su chorro de agua refrescante invita a conectarse con la naturaleza, a la contemplación, el descanso y reconectarse consigo mismo.
Para cerrar la ruta seguimos hacia Checa, donde las montañas parecen susurrar historias ancestrales y los valles detenerse en cada suspiro. Pero se quedará sin aliento al ascender por un serpenteante camino rodeado de exuberante vegetación para coronar el mirador “Camino al Cielo”, sobre los 3.000 metros de altura. Es una experiencia que desafía la percepción del espacio y la altura, y se siente la emoción palpitante.
La brisa fresca acaricia los rostros y el aroma de la naturaleza envuelve los sentidos, preparando el espíritu para la revelación: una vista única y privilegiada, donde el cielo parece estar al alcance de las manos. Desde este mirador se observa -como si fueran hormigas- a poblados de Cuenca y de las provincias de Azuay y Cañar. El tapiz de esta geografía se despliega como lienzos vivos ante los ojos maravillados de los visitantes.
Pero si busca más misterio y aventura visite Cabañas Torres, un refugio turístico para el senderismo, cabalgata, acampar y descansar. Desde este sitio y con guianza se puede llegar a cuevas y cascadas escondidas. Lanzarse de columpios gigantes o los bejucos de Tarzán dentro del bosque. En las zonas del mirador Camino al Cielo y Cabañas Torres el cóndor andino, águilas y otras aves surcan los cielos, compartiendo su hogar con venados, osos de anteojos y tigrillos y un sinfín de animales.
En esta ruta vivencial el turista se convierte en un navegante de sensaciones y descubre, no solo paisajes deslumbrantes, sino también la esencia genuina de sus habitantes. El turismo rural se convierte en un testimonio vivo de cómo la diversidad se transforma en unidad y las parroquias se entrelazan para ofrecer un destino que no solo se visita, sino que se vive.
PARA SABER
TRABAJO CONJUNTO: La Fundación Municipal Turismo para Cuenca trabaja con las Juntas Parroquiales para crear estas rutas turísticas rurales.
EL OBJETIVO: es que los visitantes tengan otras opciones de recorridos y más días de permanencia en la ciudad. Además, posicionar a Cuenca como un destino turístico nacional.
CÓMO LLEGAR: a cualquiera de las tres parroquias se llega por carreteras en buen estado. Hay buses urbanos que llevan hasta los centros parroquiales.