Bienvenidos a Chordeleg, reconocida por la Unesco (octubre 2017) como Ciudad Creativa por su extraordinario emporio artesanal. Aquí la joyería, la cestería, la alfarería y la zapatería se convierten en expresiones magníficas de arte y tradición. Es un tesoro escondido que se abre paso entre las montañas andinas de Azuay.
A solo 42 kilómetro (30 minutos) al nororiente de Azuay, Chordeleg nos recibe para sumergirnos en un mundo de destreza artesanal. La ciudad de los orfebres parece haber sido creada con oro y plata, como si cada rincón estuviera forjado en metales preciosos. Las casonas del centro de la ciudad -majestuosas y elegantes- se erigen con una magnificencia que refleja el brillo del sol sobre sus fachadas, mientras en su interior, las vitrinas impecables exhiben con orgullo un sinfín de joyas deslumbrantes.

Collares, anillos, brazaletes, coronas… como si fueran tesoros de otro mundo, brillan intensamente bajo la luz, convirtiendo las calles en un desfile de lujo y riqueza palpable. Las piezas de cerámica seducen en las estanterías, mujeres tejiendo sombreros de paja toquilla mientras caminan y la calidez de su gente son imágenes para enamorarse de la ciudad.
Cada esquina parece contar la historia de un arte refinado y eterno. En cada paso que damos descubrimos la riqueza visible en las más de 100 joyerías y talleres de orfebrería, 49 locales de alfarería, 110 de calzado y 478 tejedoras de sombreros de paja toquilla que están asociadas. El 66% de la población de Chordeleg (12.577) depende de estas cuatro actividades; y de allí la distinción de Ciudad Creativa.

Al entrar en cualquiera de los talleres se observa cómo los orfebres han perfeccionado la técnica ancestral de la filigrana, que consiste joyas tejidas con delgadísimos hilos de metal. Piezas espectaculares con diseños que replican flores, hojas, capullos y demás elementos inspirados en la naturaleza. Figuras geométricas, motivos culturales, religiosos y contemporáneos.
Cada pieza refleja identidad y el alma creativa de los maestros, exclama sorprendido el turista quiteño Santiago Villafuerte, mientras adquiere joyas para su familia. La pasión que imprimen en este oficio es palpable y uno no puede evitar sentirse parte del legado que estas joyas transmiten.

Un lugar icónico es Zhirogallo, ubicada frente al parque central. Con más de 30 años de historia, esta joyería se ha convertido en un punto de referencia para turistas que llegan atraídos por su exquisita colección de cadenas y pulseras. La experiencia de ingresar a este espacio va más allá de admirar las joyas: es sumergirse en un rincón de tradición viva, donde cada pieza cuenta una historia y el entorno histórico magnifica su encanto.
Yousef Chihabi, un turco que llegó hace cuatro años, encontró su lugar en Carmen Grandes Joyería. Desde allí, comparte con los visitantes la magia de las candongas, piezas emblemáticas elaboradas con la delicada técnica de la filigrana. Estas joyas únicas, reconocidas internacionalmente, no solo han dado fama mundial a Chordeleg, sino que representan su identidad y tradición artesanal. Yousef comenta que las candongas son las favoritas de los turistas y se van fascinados por su diseño elegante y su historia cargada de autenticidad.

Las joyerías se complementan con las vistosas galerías donde se exponen con orgullo los productos de cestería, alfarería y calzado que crean los artesanos de la zona. Los colores vivos y las texturas naturales de las fibras vegetales, como el carrizo y la paja toquilla, dan vida a canastas, sombreros y otros objetos utilitarios.
Las artesanas de la zona rural llegan a la ciudad y se pasean por las calles tejiendo con habilidad los sombreros de paja toquilla. Ellas sonríen ante la mirada atenta de los turistas que se muestran sorprendidos ante esa gran habilidad. La paciencia y la sabiduría guían las manos de las artesanas, Algunas enseñan la técnica, pero entre juegos y bromas, en la práctica al visitante le resulta complicado continuar con el tejido.

Al tejer o amasar el barro los artesanos se conectan con las raíces de estas tradiciones que han pasado de generación en generación. El turista se llevará una cálida experiencia al visitar los talleres de alfarería, donde la arcilla se convierte en figuras decorativas y utensilios únicos. Con cada giro del torno, el barro cobra vida en manos del artesano, transformándose en una jarra, un plato, una olla, un cántaro o cualquier otra una vasija.
Participar en esta experiencia resulta fascinante, bajo la guía de un maestro alfarero, moldeando un cuenco, sintiendo la conexión directa con la tierra que da origen a este arte. Más allá de sus tradiciones, Chordeleg es un destino que invita a la reflexión y a apreciar la riqueza cultural que define a Ecuador.

Con sus calles angostas, una atmósfera tranquila y su gente amable, este pueblo nos recuerda la importancia de preservar nuestras raíces. Para realzar toda su riqueza y belleza, la Prefectura de Azuay impulsa campañas para fomentar el turismo sostenible en Chordeleg, con actividades culturales, gastronómicas y rutas.
Terminar el recorrido con una taza de café o un chocolate caliente mientras admiramos la Plaza Central es la manera perfecta de despedirnos de este Pueblo Mágico, llevando en el corazón la promesa de regresar. Visitar Chordeleg no solo es conocer su arte, es vivirlo y ser parte de él, al menos por un día.
PUNTUALES
CÓMO LLEGAR: Chordeleg está a una hora de Cuenca, siguiendo la vía principal hacia Gualaceo. En terminal terrestre de Cuenca hay empresas de transporte público que salen cada hora. Durante el viaje será recompensado con bonitas vistas con vegetación y montañas.
CLIMA: La temperatura promedio en Chordeleg es de 19 grados, un clima cálido generalmente la mayor parte del año. Pero es importante que siempre lleve ropa cómoda y algún suéter por si le sorprende un día frío.
HOSPEDAJE: En Chordeleg hay varios hoteles para hospedarse y quedarse más de un día recorriendo los diferentes atractivos y destinos. Hay bosques naturales para hacer senderismo y caminatas.