MANSIÓN MATILDE Gastronomía y arquitectura francesa

MANSIÓN MATILDE

Al caminar por las calles adoquinadas de Cuenca, llenas de historia, uno se encuentra con un tesoro que fusiona riqueza, elegancia, tradición y finos sabores: Mansión Matilde. Esta joya arquitectónica del siglo XIX (1880), de estilo francés, cuidadosamente restaurada, es más que un lugar para deleitar el paladar, es un viaje en el tiempo.

Mansión Matilde se abre paso en el segundo piso de la denominada Casa del Parque, en las calles Bolívar y Luis Cordero, en el ombligo de Cuenca. En la parte baja, que da al parque Calderón, hay una selecta oferta de restaurantes.

 

Este proyecto que abrió sus puertas hace tres años fue mentalizado por Gladys Eljuri, empresaria, vinculada al turismo y propietaria del inmueble. Para ella, más que un negocio, en Mansión Matilde está reflejado su amor absoluto por Cuenca, el empeño por realzar la belleza de esta urbe Patrimonio Cultural de la Humanidad y hacer que la ciudad tenga más vida.

Una alfombra roja que cubre las gradas de la escalera le llevan a ingresar y vivir la mejor experiencia en Mansión Matilde. Los visitantes son recibidos con la calidez propia de una auténtica casa patrimonial y envueltos en una atmósfera que mezcla, de manera magistral, lo antiguo con lo contemporáneo y lo elegante con lo familiar.

 

El encanto comienza desde el momento en que se atraviesa el umbral de la mansión. Las colores pasteles del papel tapiz de las paredes, los muebles dorados, las grandes lámparas, vitrales y detalles que evocan épocas pasadas, transportan a los visitantes a un mundo de elegancia y distinción.

Cada rincón cuenta una historia y cada objeto es parte del patrimonio cultural que ha sido preservado con esmero, como el servicio higiénico. Fue el primero que hubo en Cuenca en aquella época y ahora es parte del pasado glamoroso de la residencia original.  

 

Las salas, dormitorios, comedores y demás espacios se han mantenido. Pero ahora estos ambientes son utilizados para los tres productos gastronómicos. Salón Diplomático, con su oferta de exquisitos platos fuertes. El Salón Turquesa para servirse tés importados al estilo inglés con selectos bocadillos colocados en un palillero. El Bar 1880, con su propuesta de cocteles y licores.

Un verdadero espectáculo se vive en cada plato o bebida. La comida es una oda a la tradición culinaria ecuatoriana, elevada a la alta cocina francesa. Los ingredientes frescos, orgánicos y de la más alta calidad, son transformados en platillos que despiertan los sentidos y conquistan el paladar.

 

Para empezar, una selección de entradas a base de mariscos, que son una explosión de sabores. El plato estrella es el arrecife coral, que combina la panceta de cerdo con pulpo a la plancha. Se adereza con una croqueta de plátano maduro, toques de sal prieta y crema de aguacate. Hay variedad de cortes de carnes y langostinos.

El toque final son los postres. Aquí, la creatividad se une a la tradición para ofrecer delicias como el creme brulée, pan con nata, dulce de higo, reina Matilde, tartas y más. Cada bocado es un homenaje a la riqueza gastronómica de Ecuador y Francia.

 

Todo se sirve en delicadas vajillas importadas de Europa. Visualmente es una sinfonía de aromas, texturas y colores que deleita a los paladares más exigentes. Y para quienes gustan de un buen vino, hay una selecta línea que alberga etiquetas nacionales e internacionales, perfectas para maridar con cada platillo.

Su personal, siempre atento y profesional, brinda un servicio que roza a la perfección, guiando a los invitados en un viaje culinario que va más allá de lo ordinario. Mansión Matilde es mucho más que un lugar para comer, es un destino para vivir momentos inolvidables. Una visita a este tesoro culinario es un viaje al corazón de la cultura francesa, donde cada bocado cuenta una historia y cada detalle es una invitación a disfrutar de la vida.

 

 

PARA SABER

El inmueble fue de propiedad de la familia ilustre Ordoñez-Mata. Ellos contrataron a arquitectos franceses para que construyan la casona grande y espaciosa, porque tenían una familia numerosa.

En aquella época la mansión sobresalía del resto por ser bellamente decorada. La ornamentación y los detalles estéticos fueron traídos de Francia. Allí vivió Hortensia Mata, una empresaria benefactora que se la consideró la Primera Dama de Cuenca

El nombre de Mansión Matilde viene del segundo nombre de la mamá de Gladys Eljuri: Doña Olga Matilde Antón (fallecida), una mujer visionaria de Cuenca.

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