¿Alguna vez han deseado caminar por un sendero donde cada paso resuene con el eco de las tradiciones milenarias? La Ruta Artesanal de la Macana, en Gualaceo, el pueblo hispánico más antiguo de Azuay, ofrece esta experiencia mágica. Imagine un paisaje de valles deslumbrantes, donde las montañas verdes se abrazan con la cultura ancestral de poblados que ha tejido su historia a mano, hilo a hilo.

Los colores, las formas, los aromas y las sonrisas dan la bienvenida a esta ruta que recorre casi dos kilómetros entre El Carmen de Bullcay y Bulzhún, por una vía recién pavimentada por la Prefectura de Azuay. En este trayecto, a los costados de la carretera, se abren paso las modestas viviendas. Los talleres donde viven los tejedores están identificados con rótulos y códigos QR
El primer taller rotulado es el de Piedad Ulloa, al inicio de la vía hacia Bullcay, una mujer apasionada por los tejidos, que ama lo que hace: anudar hilos, urdir y tejer, como lo aprendió de su familia. A ella sus abuelos le contaron que hace más de un siglo, la macana se tejía en todo Azuay, y que los artesanos intercambiaban los paños por alimentos, mediante el trueque.

Con el tiempo, la técnica del Ikat se quedó casi exclusivamente en Gualaceo, hasta convertirse en la cuna de la macana. Por eso, esta técnica ancestral del tejido fue declarada como Patrimonio Cultural Inmaterial del Ecuador, el 24 de junio del 2015. Además, por la amplia riqueza artesanal -que incluye la macana- Gualaceo ostenta la distinción de ‘Ciudad Artesanal del Mundo’, otorgado por el Consejo Mundial de Artesanías, afiliado a la UNESCO.

En los talleres que parecen especies de reliquias se disfruta en vivo ver cómo los artesanos, con sus rústicos y sencillos telares de cintura, van entrelazando uno y otro hilo con tal precesión (la técnica del Ikat), hasta dar forma a los chal o paños. Es cuestión de memoria y destreza para lograr las formas y los diseños deseados.
Solo separados por dos viviendas de la de Piedad Ulloa están los talleres Carmen Orellana y Blanca Rodas, quienes parecen tener manos mágicas en el anudado de los hilos para conseguir simetrías y formas multicolores de aves, animales, paisajes, motivos urbanos y hasta el escudo de Ecuador en las macanas tradicionales.

Los talleres de Sergio Ulloa, Elva Vera, María Vanegas, Segundo Ulloa, Gloria Ruíz, Silvia Vanegas, Mariana Condo, Mercedes Pérez, Saida Gómez, Ana López, María Cuji, Rocío Abad… son santuarios que conducen a los turistas hacia un encuentro con la creatividad. Allí las artesanas dan vida a la macana, una prenda que abriga el cuerpo y envuelve el alma con la paleta de la técnica del ikat.

Cada diseño es una narrativa visual, una conexión profunda con la tierra y sus raíces. Las prendas están expuestas en especies de salas de exhibición y atraen la mirada. Quienes llegan a uno de los más de 50 talleres de esta ruta, seguro se decidirán por más de un modelo de chal. Unos artesanos son expertos en el anudado (amarre de los hilos), otros en las urdidas y unos últimos en el tejido mismo, pero por lo general todos saben hacerlo todo.
Esta ruta es promocionada por la Prefectura de Azuay, para visibilizar a los tejedores y poner el valor la sabiduría que vienen transmitiendo de generación en generación, desde tiempos precolombinos. Pero también para promover el turismo nacional e internacional, y dinamizar la economía de las familias que viven de esta actividad artesanal.

Este no es solo un paseo; es un viaje a la esencia misma de la identidad andina. A medida que explora y recorre los talleres-almacenes, serán testigo de la maestría de quienes han mantenido viva estas tradiciones a lo largo de los siglos. Las manos que tejen son las mismas que cuentan historias, compartiendo un legado de sabiduría y destreza, que ha cruzado generaciones.
PUNTUALES
La vía que conecta a Bullcay y Bullzhún será fundamental para atraer a los visitantes y mejorar las ventas de las macanas. Los artesanos participan en ferias y exposiciones.
Esta ruta promueve un intercambio cultural donde los turistas pueden conocer a las artesanas, ver el proceso de creación en vivo y entender el valor detrás de cada tejido. Además, empodera a las mujeres que mantienen viva esta tradición.
Los artesanos usan plantas que crecen en la misma zona para elaborar los tintes naturales. Todo el proceso que demanda elaborar una macana en 100% manual.
La vida rural propia del lugar, hace que los tejedores compartan el tiempo también con el cultivan la tierra y la crianza de animales menores.