Imagine que se levantó temprano y que en esta ocasión en vez de seguir su rutina, se sube a su carro y con usted su familia. Va por la vía Sayausí-El Cajas. Montañas llenas de musgos, chorreras, lagunas y hasta una cama de nubes se divisan a los lados, acompañadas de unas cuantas rústicas cabañas.
Vislumbran en su mente a Guayaquil como destino, así que se detienen un momento para admirar el paisaje, y continúa camino hacia clima templado. En ese trayecto, ya ha recorrido 106 kilómetros, desde la salida de Cuenca. Sientan el aroma del café recién colado disipándose en el aire junto al de las papayas, cañas, manzanas y más, en los tendales. Han llegado a Tamarindo, sitio con el mismo nombre del sencillo restaurante, que desde hace tres años es una de las paradas preferidas de los viajeros.
Saluden a doña Miriam Chilpe, quien siendo la dueña los atenderá con una cálida sonrisa ofreciéndoles un sostenido desayuno. Saboreen el bistec, las tortillas de verde o el pescado frito. Con la energía de vuelta al camino, maneje despacio. Que quienes vayan en el vehículo no piensen que un viaje consiste en simplemente trasladarse parando solo en los peajes.
Ya el sol está calentando y su brillo resalta los colores de los campos que escoltan el asfalto. Miren hacia un costado, es noviembre y las primeras cosechas de mango ya se expenden. Antes del primer control vehicular, observen a la joven que les sofrece la dulce fruta, por unidad o caja, no gastarán más de 5 dólares.
Mientras uno de sus acompañantes le pone un pedazo de amarilla pulpa en sus labios, se habrá dado cuenta que ya están en Puerto Inca, no sólo por el letrero o el bullicio del comercio, sino además por la irrepetible hilera de samanes y arrozales que parecen saludarlos al vaivén del viento.
Un pueblo y otro hasta Churute, con el número 141 en el kilometraje y el contraste entre arbustos y especies más grandes de árboles, que dan una gama de formas, tamaños y tonalidades, como antesala a plantas y frutas, que en Kilómetro 26, se explayan haciendo contraste con los cangrejales.
Más verde, ahora de Ficus y Tecas, que mirando hacia el horizonte parecen entrelazarse…Y de repente, un vaquero que apura arreando las reses en el carril de tierra que sirve de entrada a las fincas cercanas.
Ni bien divisan el letrero del último cantón antes de su cometido, les llama la atención un congreso de cientos de garzas, entre su mayoría blancas y algunas rosadas. El pastizal se presta para que vuelen bajito, como llevándose mensajes, acaso comunicándose con una mirada, ya que por el ruido de los carros no pueden oír su graznido.
183.000 metros han recorrido hasta cruzar por Durán que parece no querer dejarlos ir, alargando su brazo como puente. No uno sino dos, que a su vez sirven de ingreso a la capital de Guayas. Mire usted que recién llegan a donde imaginar les prepusimos, y sin embargo de cuántas experiencias podrían ser testigos.